lunes, 7 de septiembre de 2009

De la emigración...

La emigración se estudia desde el punto de vista económico. Se habla del número de emigrantes que van y vienen como si de un balance contable se estuviera hablando. Pero no se va más allá...emigrar es duro, muy duro. Ahora se han puesto de moda los programas televisivos en los que se entrevistan a emigrantes en sus vidas doradas. Que casualidad, ahora, en tiempos de crisis hay que resaltar las virtudes de la emigración.

Yo, me considero emigrante. Emigré porque en mi tierra no tenía oportunidades, porque la crisis fue tomada por excusa para pagar con condiciones y suelos míseros a padres de familia, por la lacra del nepotismo, por la corrupción,...

He emigrado dos veces al extranjero. Dos veces he tenido que renunciar a familia, novia, amigos,...se me retuercen las entrañas cuando leo noticias de corrupción en nuestro país, de tráfico de influencias, de enchufismo, de nepotismo,...quizá emigré por eso. Me resulta triste que se hable con ligereza de los emigrantes. A muchos de los que critican les pondría yo en una cola de inmigración, a hablar con un funcionario en un idioma que no entiendes y en un ambiente en el que eres considerado presunto culpable. El diario del emigrante se escribe a solas. Las tardes frías del norte se llenan con radios de onda corta o con periódicos nacionales de edición internacional.

Criticamos los regimenes de África como los culpables de la emigración a Europa. Se oye a menudo que esos gobernantes embebidos en la corrupción son los culpables de la pobreza de sus países y del éxodo masivo de personas hacia el norte...sin ir más lejos, en España los jóvenes estamos empezando a hacer las maletas...será que África, como se día hace tiempo, empieza en los Pirineos.




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