Conforme avanzamos en la vida hay veces que nos encontrados en encrucijadas o en callejones de difícil salida, personales, profesionales, etc. No resulta fácil abrirse puertas y mirar para hacia adenlante cuando nos encontramos solos en dichas situaciones. Por eso es importante contar con buenos amigos y familia. Ese entorno nos puede hacer salir de aquellos callejones oscuros que incluso durante el día más claro podemos encontrar...
Una tarde del pasado mes de noviembre me dio por contemplar el paisaje en compañia de un buen amigo. La tarde estaba cayendo y la soledad del Mar Menor desprendía esa nostalgia veraniega que muchos añoran. Sin embargo, el bien entrado otoño, mostraba una tarde quieta, impasible, retorcida en la encrucijada de los colores tenues...recuerdo la conversación con mi amigo, el cual, se encontraba bastante alicaído, confuso,...quizá esa instantánea de quietud y de ensimismamiento que mostraba la luna nos hacía ver que lo más sencillo y simple de un paisaje en una tarde cualquiera podía servir de escenario para que dos amigos se reencontraran...
Hay veces que el amanecer pierde su encanto...quizá muchas de las nuevas generaciones solo hayan visto amanecer a través de los muros de las ciudades. Esos muros de cemento que pueblan nuestros paisajes y que se interponen entre el horizonte y nosotros...a veces habría que preguntarse hacia donde vamos y que tipo de nuevas generaciones estamos creando.
