martes, 29 de septiembre de 2009

El otoño


El otoño, ahí está, con sus tenues colores que día a día van agostando el verde tornándolo marrón. Para disfrutar los bellos matices de un paisaje otoñal es necesario pararse unos instantes a observar…¿quién tiene tiempo hoy en día para observar? En esta Europa civilizada solo nos queda tiempo para leer noticias…estamos expuestos todos los días a miles de informaciones, datos, opiniones, que sin dudan cercenan nuestra capacidad para reflexionar.

Llevamos unas semanas bastante movidas por asunto de esa crisis que nos azota (preguntad a un ciudadano de Somalia qué es una crisis económica) y de las soluciones que el Gobierno pretende plantear para sacarnos hacia delante. Se habla de la subida de impuestos, de recortes presupuestarios, de apretarse el cinturón, de más despidos, de disminución de los fondos para investigar, etc. Nunca me he decantado públicamente por ningún partido aunque a decir verdad me caen mejor unos que otros. Voy a sufrir directamente los recortes, ya que mi actividad profesional, la investigación científica, es la hermana pobre del sistema profesional español. Si ya es difícil conseguir fondos y becas para trabajar en este campo debido a la endogamia patológica del sistema, pues ahora todavía más. Quizá suene a pataleta, pero creo que voy a dejar de defender a Zapatero, aunque tampoco lo atacaré (tampoco es el principal culpable de lo que pasa). Si bien nunca lo he votado, me pareció en su día una persona con las ideas muy claras que venía a darle una oportunidad a la juventud. Ese mensaje contracorriente que mostraba en sus inicios, dispuesto a acabar con la especulación inmobiliaria (que cortaba las aspiraciones de emancipación de los jóvenes), preparado para impulsar una economía innovadora (basado en la investigación como herramienta de desarrollo profesional), con la intención de luchar contra la precariedad laboral (los llamados contratos basura), con el famoso empeño de conseguir conciliar la vida laboral y familiar (que le pregunten a los miles de trabajadores que echan horas extras sin ver un duro a cambio), etc. Hablo de las cosas que a mí me afectan, claro, de aquellas en las que tenía la confianza que este presidente iba a arreglar. Visto lo visto, creo que no. Tampoco creo que otra persona lo hubiera hecho mejor por lo que acabo pensando que el problema no es quién esté de presidente, sino quién es el que de verdad está manejando los hilos por ahí detrás, ¿quién nos gobierna de verdad? Por cómo este gobierno socialista ha reaccionado ante la crisis (soltando en primer lugar un saco de billetes a los bancos y cajas) creo que los que verdaderamente gobiernan son los que tienen dinero.

Hace poco me contaba una amiga sevillana que recientemente a una manifestación convocada para protestar por las precarias condiciones de la carrera investigadora no acudió más de media docena de personas y que a los pocos días miles de personas salían a protestar por las mismas calles para pedir que don Manuel abandonara el Real Betis Balompié. Un día, hablando sobre el elevado grado de interés que despierta el fútbol en España, le pregunté a mi amigo somalí, Cumar, en qué deporte destacaba su país. Su respuesta, ciertamente irónica, fue “en la guerra”. El caso es que los ciudadanos de este mundo de una manera u otra vivimos sumidos en un subconsciente colectivo que nos lleva a movernos idiotizados de acuerdo a los dictados de poderes fácticos.

Que mi amigo Fran no pueda acceder a un crédito de pocos miles de euros para pagar las facturas de su pequeña empresa pero que a un equipo de fútbol se le concendan varios cientos millones de euros para fichar a un jugador, sería sin duda alguna, motivo para salir a la calle y pedir explicaciones, y más, cuando hace poco se le ayudó al sector bancario con dinero público. Pero no, aquí salimos a la calle a protestar porque no nos gusta tal presidente de fútbol o porque no nos dejan hacer botellón.

Por todo esto, es impresionante y hermosísimo saber disfrutar del otoño viendo como las hojas caen plácidamente en el río Sihl y mandar a tomar por saco al todo el sistema capitalista mientras el sonido del agua al correr me relaja…

lunes, 7 de septiembre de 2009

De la emigración...

La emigración se estudia desde el punto de vista económico. Se habla del número de emigrantes que van y vienen como si de un balance contable se estuviera hablando. Pero no se va más allá...emigrar es duro, muy duro. Ahora se han puesto de moda los programas televisivos en los que se entrevistan a emigrantes en sus vidas doradas. Que casualidad, ahora, en tiempos de crisis hay que resaltar las virtudes de la emigración.

Yo, me considero emigrante. Emigré porque en mi tierra no tenía oportunidades, porque la crisis fue tomada por excusa para pagar con condiciones y suelos míseros a padres de familia, por la lacra del nepotismo, por la corrupción,...

He emigrado dos veces al extranjero. Dos veces he tenido que renunciar a familia, novia, amigos,...se me retuercen las entrañas cuando leo noticias de corrupción en nuestro país, de tráfico de influencias, de enchufismo, de nepotismo,...quizá emigré por eso. Me resulta triste que se hable con ligereza de los emigrantes. A muchos de los que critican les pondría yo en una cola de inmigración, a hablar con un funcionario en un idioma que no entiendes y en un ambiente en el que eres considerado presunto culpable. El diario del emigrante se escribe a solas. Las tardes frías del norte se llenan con radios de onda corta o con periódicos nacionales de edición internacional.

Criticamos los regimenes de África como los culpables de la emigración a Europa. Se oye a menudo que esos gobernantes embebidos en la corrupción son los culpables de la pobreza de sus países y del éxodo masivo de personas hacia el norte...sin ir más lejos, en España los jóvenes estamos empezando a hacer las maletas...será que África, como se día hace tiempo, empieza en los Pirineos.




De paisajes y de los recuerdos...

Sí, es verdad, hay veces que caigo en la ociosidad...que simplemente me quedo sentado mirando el paisaje y me puedo pasar horas y horas sin hacer nada productivo, ¿es un delito?



Soy del sur pero vivo en el norte. La magia del mar me relaja, me transporta de los quebraderos de cabeza diarios a un mundo de paz y reflexion. Creía que la falta de mar iba a trastocar mi equilibro personal. Sin embargo, la magia de las estampas naturales, la majestuosidad de las imponentes montañas causan en mí unas sensaciones similares. En definitiva, todo es un proceso de evolución personal.